jueves, 10 de noviembre de 2011

Intrigas en la corte de Alejandría LA JOVEN CLEOPATRA

Educada en una corte plagada de conspiraciones y asesinatos, la joven Cleopatra VII tuvo que aprender muy pronto a hacer frente a los peligros que la acechaban para lograr afianzarse en el trono. Para ello contó con la ayuda de la poderosa Roma.

En el año 80 a.C. estalló en Alejandría una revuelta popular contra el joven soberano de Egipto, Ptolomeo XI. Éste acababa de hacer asesinar a su esposa Cleopatra Berenice III, muy popular entre los alejandrinos, quienes inmediatamente se rebelaron contra el rey, lo arrastraron fuera palacio y lo lincharon en la plaza pública. La situación creada era extremadamente peligrosa, pues el faraón había llegado al trono gracias a la intervención de la todopoderosa Roma, y su muerte sin descendencia significaba que los romanos tenían derecho a anexionar el reino de Egipto, según el acuerdo al que habían llegado unos años antes con el padre del faraón asesinado. Los habitantes de Alejandría se apresuraron a elevar al trono a un miembro ilegítimo de la estirpe real, que gobernó como Ptolomeo XII junto a su esposa y probablemente hermana, Cleopatra V Trifena. Al principio, Roma no reconoció este nombramiento, pero Ptolomeo XII compró su aprobación con ingentes sumas de dinero, que recabó de prestamistas romanos. Con ese fin viajó a Roma en el 58 a.C., posiblemente en compañía de su hija Cleopatra, que entonces tenía unos doces años.

Ptolomeo XII, un político astuto

Los alejandrinos constituían una masa difícil de contentar, pero con gran capacidad de influencia en los asuntos de gobierno. Su apoyo era crucial para el mantenimiento del rey en el trono y ello explica la identificación de Ptolomeo XII con el dios griego Dioniso, asimilado con el dios egipcio Osiris y muy popular entre los ciudadanos de Alejandría. El rey, autoproclamado “Nuevo Dioniso”, impulsó el culto dionisiaco, consistente en festivales públicos y banquetes en los que la danza y el vino desempeñaban un gran papel, ligado a la fertilidad. El faraón participó activamente en estos ritos, y autores antiguos como Estrabón y Plutarco vieron en esta acción de Ptolomeo, eminentemente política y religiosa, un rasgo de degradación moral que le granjeó el despectivo apodo de Auletes, “el flautista”.

Lecciones sobre el poder

Durante el período que Ptolomeo XII pasó en Roma (58-55 a.C.), Egipto estuvo regido por su esposa Cleopatra V Trifena (o puede que por su hija Cleopatra VI). Cuando ésta murió, su hija Berenice IV se hizo con el poder real en solitario, tomó un marido a su conveniencia, Arquelao (tras haber probado brevemente a otro, que no le satisfizo y al que mandó eliminar), y ambos reinaron con el apoyo de los alejandrinos. Ello obligó a su padre a gastar aún en sobornos a Roma, hasta que consiguió el apoyo de Aulo Gabinio, el gobernador romano de Siria, para machar con un ejército a Egipto. Arquelao fue derrotado y muerto, Ptolomeo XII recuperó el trono y Berenice fue ejecutada junto a los alejandrinos más ricos que la habían apoyado (con lo que, de paso, el rey obtuvo dinero para saldar sus cuantiosas deudas).

Después del violento final de su hermana Berenice, Cleopatra, que contaba catorce años, fue nombrada corregente de su padre. Se mantuvo en ese papel hasta la muerte de Ptolomeo XII, acaecida en 51 a. C. En su testamento, el rey había nombrado sucesores, a la vez, a sus hijos Cleopatra y Ptolomeo, bajo la tutela y protección de Roma. Esta política y la complicada situación en Roma (donde el Senado temía que la anexión de Egipto rompiese el equilibrio de poder entre Julio César y Pompeyo, enfrentados uno al otro) lograron prolongar por un tiempo la existencia de la dinastía ptolemaica y la independencia de Egipto.

La nueva reina se hizo llamar Cleopatra VII Tea Filópator, “Diosa Amante de su Padre”, marcando distancia con la díscola Benerice; quizá la elección de este nombre se debiera a un afecto sincero hacia su progenitor, fruto de los años que había pasado junto a él en Egipto y en Roma. Del difícil período que su padre atravesó mientras estaba en esta ciudad (cuando se produjo la usurpación de Berenice), Cleopatra debió de extraer lecciones para el futuro. Una de ellas fue, sin duda, la importancia de contar con el apoyo de Roma para mantenerse en el trono. La otra, la desconfianza hacia sus familiares más próximos.

Respecto de la primera lección, Ptolomeo XII tenía plena conciencia de que en su mundo había una única superpotencia, Roma, y de que la única posibilidad de mantener una cierta autonomía, si no independencia, para Egipto residía en volver interesante o atractivo para Roma el mantenimiento de esta ambigua independencia egipcia.

Cleopatra aprendió bien esa lección de su padre, e intentó llevarla a la práctica mediante un proyecto infinitamente más ambicioso y arriesgado: utilizar todas las armas de seducción a su alcance para conseguir una alianza dinástica entre las dos naciones, que situaría a Egipto en un plano de igualdad con la infinitamente poderosa Roma.

Tan desmesurado plan estuvo a punto de alcanzar el éxito en dos ocasiones, cuando Cleopatra se unió a Julio César y, más tarde, con Marco Antonio. Al final fracasó, pero la actuación de la reina tuvo repercusiones profundas en los vencedores. En efecto, los primeros emperadores de Roma, miembros de la familia Julio-Claudia, siguieron el modelo de las monarquías helenísticas, surgidas del imperio de Alejandro Magno, sobre todo en su versión egipcia: por una parte hicieron de Roma una émula de Alejandría (con grandes bibliotecas, lujosos palacios, mausoleos dinásticos, obeliscos, templos a los dioses egipcios); por otra parte, los soberanos se convirtieron en dignos sucesores de los Ptolomeos por lo que se refiere a la glorificación de su dinastía, al impulso que confirieron a las artes y los espectáculos, y a las intrigas familiares( incestos y matricidio incluidos) características de los faraones de Alejandría.

Además de la importancia de Roma, Cleopatra tuvo muy clara la segunda lección aprendida de Ptolomeo XII: la necesidad de precaverse de su propia familia. Tras la muerte de su padre intentó controlar a su hermano Ptolomeo XIII, aún un niño, con quien debía compartir el trono, y empezó a gobernar en solitario, ignorándolo. Pero esto irritó a una facción de la corte, encabezada por el eunuco Potino, quien urdió un complot contra Cleopatra que la obligó a exiliarse a Siria en 49 a.C. Allí reunió un ejército para recuperar el poder, como había hecho su padre; y, como éste había hecho con Gabino, ella recabó con tal fin el apoyo de un general romano: Julio César (para lo que recurrió a su capacidad de seducción).

El comienzo de una leyenda

César convocó a los dos hermanos a Alejandría para dirimir el conflicto. Los partidarios de Ptolomeo intentaron evitar que Cleopatra acudiera a la cita, pero ella consiguió burlarlos: regresó de incógnito a la capital y, oculta dentro de una alfombra, logró llegar ante César; así lo refiere Plutarco, en una historia bien conocida. A partir de ese momento, la vida de Cleopatra se confunde con su leyenda. Comenzaron las relaciones entre la reina y César, y la guerra entre el caudillo romano y Ptolomeo XIII. El faraón pereció durante la contienda y Cleopatra se casó con su otro hermano Ptolomeo XIV, pero antes de que éste alcanzara una edad que pudiera hacerlo peligroso, lo hizo asesinar. Entonces nombró corregente a Cesarión, el hijo que había tenido de César, que reinó con el nombre de Ptolomeo XV y a quien Cleopatra, en su condición de madre divina -se había asimilado a la gran diosa Isis-, mantendría en estado de continua inferioridad. Así, pues, cuatro Ptolomeos (su padre, sus dos hermanos y esposos, y su hijo) compartieron el trono con Cleopatra, pero ella siempre procuró conservar el poder, respondiendo o anticipándose a la posibilidad de sr víctima de su rivales.

Entre la ambición y la sensatez

No conocemos bien las acciones de Cleopatra como reina de Egipto, pero en todo caso sugieren una política sensata e inteligente; quizá durante el período de corregencia junto a su padre empezó a adquirir las cualidades que demostró más tarde, durante su gobierno. Intentó restablecer la maltrecha economía egipcia con una política monetaria de devaluación y creación de nuevos tipos de monedas de bronce. Entregó al procónsul de Siria a los culpables del asesinato de sus dos hijos, que habían sido enviados como emisarios a Alejandría. En el ámbito religioso, continuó la construcción y restauración de los templos iniciada por su padre. De todos ellos, el de Hathor en Dendera es el que mejor transmite el testimonio de su intervención en este campo: en aquel recinto, representaciones suyas como faraón decoran los muros. Y quizá no es casualidad que el culto practicado en Dendera estuviera estrechamente relacionado con la curación de enfermedades.

No sabemos con seguridad si la imagen de Cleopatra como erudita y fascinada por la ciencia, que podemos rastrear hasta la Edad Media, tiene fundamento histórico. En todo caso, es bastante probable que su educación fuera esmerada y extensa. En su corte había científicos importantes, como el astrónomo Sosígenes de Alejandría, a quien César consultó para su reforma del calendario, que es la base del nuestro. Y se atribuye a Cleopatra un tratado sobre cosméticos. Plutarco cifra su legendario poder de seducción no tanto en la belleza física como en su inteligencia y dotes de conversación, y nos transmite una valiosa información en tal sentido: sus prodigiosos conocimientos lingüísticos. De entre las ochos lenguas que el autor griego asegura que la reina dominaba (a las que probablemente hay que añadir el latín), una llama especialmente la atención: el egipcio. a sus múltiples y remarcables cualidades, pues, Cleopatra añadía una que la hacía única entre todos los miembros de la dinastía ptolemaica que la habían precedido durante tres siglos. Podía hablar la lengua de la mayoría de sus súbditos.

jueves, 1 de septiembre de 2011

SALE A LA LUZ LA SEGUNDA BARCA DEL FARAÓN KEOPS

Tras casi cinco mil años sepultada al pie de la Gran Pirámide de Gizeh, la segunda barca solar del faraón Keops, de la dinastía IV(2613-2494 a.C.), ha empezado a salir a flote. Ello ha sido posible gracias al trabajo de un grupo de arqueólogos egipcios y japoneses que a finales del pasado mes de junio levantaron uno de los bloques de piedra que la cubrían, dando los primeros pasos del proyecto de extracción y montaje de esta monumental embarcación.
La nave, de madera de cedro del líbano y acacia egipcia, ya había sido localizada en 1954 junto a la primera barca solar del faraón, que hoy se exhibe montada en el Museo de la Barca, en Gizeh, junto a la Gran Pirámide. los arqueólogos decidieron entonces no retirar los bloques de hasta dieciséis toneladas que cubrían la segunda embarcación para no dañarla. Por fin, en 1987 un grupo de investigadores de la universidad japonesa de Waseda comenzó a estudiar la fosa mediante el empleo de ondas electromagnéticas y de sondas para tomar muestras de la madera.

UN NAVÍO PARA LA ETERNIDAD
En 2008, arqueólogos egipcios y japoneses retomaron la investigación e introdujeron una pequeña cámara en el foso donde reposaba la barca para comprobar el estado de la madera. El resultado indicó que las piezas se hallaban muy deterioradas debido a filtraciones de agua y a la acción de los insectos. Pero la retirada del primer bloque de piedra ha revelado que la madera está en unas condiciones bastante buenas, lo que hace más plausible pensar en la restauración y el montaje de la nave. Tras este complicado proceso, que tendrá una duración de cuatro años, las dos barcas de keops se exhibirán en el Gran Museo Egipcio, cuya inauguración está prevista para el año 2015 en la llanura de Gizeh, junto a las pirámides.

lunes, 21 de marzo de 2011

LA MAGIA EN LA VIDA DIARIA DE LOS ANTIGUOS EGIPCIO

















































Un gato negro se nos aparece en el camino y rápidamente cambiamos de ruta para no cruzarnos con él; nos topamos con una escalera abierta en medio de la calle con espacio suficiente para pasar por debajo y damos un amplio rodeo para evitarla; se derrama la sal en la mesa y de inmediato cogemos un pellizco, que termina en el suelo a nuestra espalda arrojado sobre nuestro hombro derecho… Como éstas hay otros miles de supersticiones más que muchos conocen y algunos, incluso, se creen.
Si esto sucede en nuestra sociedad moderna y científica, ¿qué no acontecería en el antiguo Egipto, donde las partes incomprensibles del mundo físico sólo cobraban sentido gracia a los mitos y la magia?
La escasez de documentos, sin embargo, nos dificulta saberlo. En el antiguo Egipto, como ahora, las supersticiones pertenecían sobre todo al mundo de la transmisión oral, y no son muchos los fragmentos escritos o físicos que nos han quedado de ellas.
Miles de amuletos
Las pruebas más evidentes y abundantes de estas prácticas supersticiosas las encontramos en los innumerables amuletos de todo tipo que aparecen por doquier en Egipto, en estratos que van desde el período predinástico hasta la Baja Época; son tantos que en algunas clasificaciones podemos encontrar hasta 275 tipos diferentes.
El objetivo del amuleto es ofrecer a su portador seguridad contra algún tipo de amenaza. En algunas ocasiones puede ser algo concreto, como un trabajador que se marcha al desierto y teme ser mordido por una serpiente o picado por escorpión; en otros se trata de un amuleto contra las desgracias en general, desde el miedo por una mala caída a la rotura de un hueso, pasando por el temor a que un espíritu malvado nos provoque un aborto. En muchas ocasiones, la forma del amuleto tiene que ver con un mito, que es el que le otorga su valor y capacidad protectora. Por ejemplo, llevar un loto -una flor que durante el día flota plácida sobre la superficie del agua y por las noches se cierra y se sumerge en las profundidades- implicaba llevar consigo la capacidad para renacer una y otra vez.
Algo más de fortuna tenemos con la magia y el modo en que los egipcios la utilizaban, pues aparece en una amplia variedad de documentos: papiros médicos estelas funerarias, textos religiosos… En ocasiones, el detalle de estos textos es tal, que incluso nos permite conocer el ritual seguido, el material empleado y las palabras pronunciadas para asegurarse de que la magia tuviera lugar y fuerza eficaz.
Vudú a la manera egipcia
Sobre los malos usos de la magia tenemos un ejemplo perfecto. Está recogido nada menos que en un papiro donde se conservan las actas del juicio seguido contra los protagonistas de la conjura que casi termina con la vida del faraón Ramsés III. El objetivo era poner en el trono al hijo de una de las esposas secundarias del rey, la cual consiguió organizar desde el harén una trama magnicida en la que implicó a muchos notables de la corte.
Como el intento de magnicidio contra Ramsés III no tuvo éxito, los conspiradores fueron arrestados y sometidos a juicio. Sus declaraciones dejan bien claro que para triunfar utilizaron todos los medios a su alcance, incluido lo que hoy llamaríamos magia negra; con el objetivo de poder distraer y debilitar a los guardianes del faraón, uno de los conjurados fabricó unas figuritas de vudú, acompañadas de algunos conjuros escritos y de varias pócimas malignas. El papiro Rollin conserva su declaración: <>. No cabe duda de que resultaron efectivos, porque el magnicidio sólo se descubrió cuando los conjurados atacaron físicamente al soberano de las Dos Tierras.
Este mismo papiro nos permite comprobar también el poder mágico que los egipcios otorgaban a la palabra escrita, capaz por sí sola de asegurar el ostracismo eterno de una persona. El acusado que guardó las figuritas de cera se llamaba Pay-Bak-Kamen, nombre que significa <>. Como podemos comprender, éste no era su nombre real, sino una modificación malvada del mismo, que casi son seguridad originalmente era <>. Como poner por escrito el nombre de alguien significaba que su recuerdo y su persona vivirían por toda la eternidad, escribir su nombre en un documento para después juzgarlo y condenarlo a muerte era una contradicción. La solución al dilema fue rebautizar al reo con un nombre ignominioso, que al tiempo que lo condenaba al ostracismo eterno permitía guardar las formas administrativas.
Los poderes del faraón
Dado que su obligación era la de mantener el orden del mundo, la maat, e impedir que el caos se adueñara de todo, el mismo faraón usaba las artes mágicas para debilitar y atacar a su enemigos a distancia. Es lo que se conoce como rituales de execración. Y cabe pensar que, en circunstancias especiales, eran realizados personalmente por el rey. Es el mismo tipo de ideología que nos permite ver al soberano, en las fachadas de los pilonos de los templos, machacar con una maza a los enemigos que tiene a sus pies y agarrados por los cabellos. El poder de esta magia a distancia fue tal que terminó siendo incluida en los Textos de los ataúdes, con el objetivo de que los enemigos del difunto no le impidieran acceder al más allá: <>.
Magia y medicina
Por fortuna, la magia egipcia no sólo era utilizada para causar mal a alguien. En realidad, prácticamente siempre se empleaba para justo lo contrario, como vemos en los papiros médicos. En ellos la magia es un elemento más del proceso curativo, que funciona al equiparar un episodio acaecido en el mundo divino con lo que está sucediendo en el mundo mortal, donde gracias al ensalmo se espera conseguir el mismo resultado que en el caso de los dioses. Un ejemplo del Papiro Edwin Smith: <>.
Otro uso igual de benigno de la magia fue el de conseguir los afectos de la persona amada. Este tipo de hechizos de amor son más conocidos en época ptolemaica y romana, pero por fortuna conocemos uno de época faraónica (conservado en el Ostracon DM 1057). El texto transcrito en este documento reza así:
<< ¡Salve, Re-Horakhty, padre de los dioses! ¡Salve, Siete Hathor que estáis adornadas con banda de lino rojo! ¡Salve, dioses, señores del cielo y la tierra! Vamos, haced que… (Aquí se escribe el nombre de ella), nacida de…(sigue el nombre de sus padres) venga detrás de mí como una vaca tras el forraje; como una sirvienta tras sus hijos; como un pastor tras su rebaño. Si ellos no hacen que venga detrás de mí, prenderé fuego a Busiris y quemaré a Osiris>>.
No sabemos si el hechizo fue efectivo o no, pero desde luego nos ofrece una imagen muy vivida de los egipcios, volviéndolos menos enigmáticos y mucho más mundanos, a pesar de la magia que los rodeaba.