El faraón egipcio Ramsés II se erigió como uno de los monarcas más poderosos del mundo antiguo. Durante su reinado, entre 1301 y 1235 a.C., consolidó un gran imperio que se extendió por el nordeste de África y el Próximo Oriente. Su figura fue determinante para consolidar la fascinación por Egipto, evidente desde la antigüedad hasta nuestros días.
El Ramsés militar
Ramsés II fue un militar hábil que supo organizar un ejército potente y eficaz. Su figura pasó a la historia sobre todo gracias a la batalla de Kadesh, en la que los egipcios se impusieron a los hititas. Este destacado episodio bélico fue referido en dos fuentes fundamentales: el Poema de Kadesh -reproducido en varios papiros y copiado en jeroglíficos en los muros de Luxor, Karnak y Abidos- y el informe oficial de la batalla, esculpido en las paredes de los santuarios de Tebas, Abidos y Abu Simbel, entre otros. Ramsés II fue un monarca popular, que llevó la prosperidad a su reino. Por este motivo, su nombre fue grabado en numerosos monumentos de Egipto y Nubia.
Su legado arquitectónico
Sin embargo, el principal legado de Ramsés II a la posteridad fueron las magníficas edificaciones que mandó construir durante su reinado. Los templos que ordenó levantar se encuentran entre los más hermosos del Egipto antiguo. Particularmente bellos son los dos templos excavados en la roca en Abu Simbel. Estas construcciones muestran unas monumentales esculturas que representan, de forma hierática, en el primer caso al faraón y en el segundo a éste con su esposa Nefertari. Ahora bien, éstas no fueron las únicas edificaciones destacables erigidas en época de Ramsés II: el faraón también mandó construir el templo funerario Ramesseum, en Tebas, y el Osireion, en Abidos. De la misma manera, mandó edificar la impresionante sala hipóstila del complejo arquitectónico de Karnak.
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